Columna Social y Solidaria de la semana

Una economía para la vida en Colombia

Por: Pedro Ángel Quintero Tirado
Correo: Pangelquinteroab@gmail.com
 
     

La exacerbación de la violencia que se está dando por estos días en Colombia es evidente, el continuo asesinato de líderes sociales, amenazas y muerte a candidatos políticos, el rearme de grupos armados, y el fortalecimiento del narcotráfico debido a sus altos precios internacionales, han hecho que estemos en un momento crítico que deba ser analizado con detenimiento.

Pero más allá de esta coyuntura, es necesario ver qué está pasando en nuestras regiones, no en las capitales donde son menos evidentes las tragedias mencionadas, entendiendo que Colombia aun es un país centralista que le cuesta reconocer las diferentes realidades de los territorios, sus características y su pluralidad, y donde gran parte de esa violencia se asienta por la exclusión y el olvido.

La respuesta del gobierno central siempre ha sido la misma, enviar más fuerza pública a “contener” estos brotes, lo que generalmente en nada influye porque las dinámicas sociales y económicas siguen invariables, resultado en un evidente fracaso si no se tiene en cuenta que la presencia del estado va más allá, como por ejemplo en brindar y desarrollar una estabilidad socioeconómica real a sus habitantes, los cuales muchas veces no tienen más opción que estar en las llamadas económicas subterráneas.

La pregunta sería que puede hacerse para revertir esto, si es evidente que seguimos en una espiral de violencia y abandono sin encontrar soluciones reales, y donde sabemos la incapacidad estatal frente a estos problemas. Una respuesta estaría en que los departamentos y territorios, junto con sus comunidades de base, comenzaran a desarrollar la implementación de la Economía Social y Solidaria con una política pública real, donde cooperativas, asociaciones, mutuales, redes de consumo, ente otros; fueran partícipes de nuevos ordenamientos territoriales, ya que su racionalidad es otra y pueden generar autonomía desarrollando otros valores.

Para poder ver territorios libres de violencia necesitamos que en ellos existan una economía para la vida, retomando las palabras de Hinkelammert cuando propone que cada acción tenga una ética del bien común, y esto se puede lograr si se dimensiona en las regiones otra forma de solucionar los problemas, entendiendo que donde no exista un sustrato económico real que garantice la vida de todos y todas, y además una autonomía con desarrollo social de los territorios, difícilmente tendremos paz en Colombia.

 

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