Columna de la semana

Evitar la contaminación y el calor excesivo en Bucaramanga, retos desde una movilidad sostenible

Por: Pedro Ángel Quintero Tirado
Correo: Pangelquinteroab@gmail.com
 
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Uno de los temas recurrentes en Bucaramanga es el de la movilidad, el cual sigue siendo un verdadero dolor de cabeza para todas y todos los ciudadanos quienes a diario ven como debido al aumento exponencial del parque automotor, el cual aporta más del 60% de la contaminación que genera la ciudad, y al evidente fracaso del sistema de transporte masivo, que estimula cada día más el uso de vehículos particulares, se deteriora la calidad de vida.

Por ello, es la hora de preguntarnos hacia dónde quiere ir Bucaramanga, si queremos un futuro donde el ideal sean las imágenes dantescas de los Ángeles - California con grandes autopistas abarrotadas de vehículos; o si buscamos nuevos paradigmas de movilidad que nos permitan potenciar una verdadera ciudad pensándola desde el llamado postdesarrollismo, como lo ha propuesto Arturo Escobar. Es decir, imaginando nuestro entorno como un ecosistema que apunta a la sostenibilidad ambiental y económica de los sistemas de transporte, mediante el uso de energías limpias con un proceso paulatino y constante, lo cual depende tanto de las decisiones gubernamentales, como también, de un cambio subjetivo en los habitantes de la ciudad.

Esto significa que la movilidad se debe pensar integralmente desde volver a estructurar una ciudad arborizada, ya que las megaobras realizadas llenaron solo de cemento la ciudad destruyendo la importante capa vegetal al interior de esta, que permita al ciudadano caminar cortas y medianas distancias contribuyendo a la salud pública, hasta el fortalecimiento del transporte masivo, el cual no es solo Metrolínea como algunos creen, pasando al cobro de una nueva tasa económica por el uso de vehículos que potencie el desestimulo de este y compense el daño ambiental, hasta llegar a inferir en todas las esferas y niveles educativos que propendan por un cambio en el pensamiento de los habitantes.

En esta medida, será vital continuar con la política de ciclorutas aumentándolas a más de 100 km en la ciudad, así como la implementación permanente del sistema de bicicletas públicas y su arborización. Será necesario, además, la integración de estas con Metrolínea, y también con las rutas tradicionales de buses (las estaciones de Provenza, Norte, Girón, Piedecuesta y Centro podrían convertirse en verdaderos parqueaderos de bicicletas para los usuarios de este sistema) teniendo tres sistemas de transporte unidos, pero, generando también a mediano y largo plazo un fondo de compensación que permita migrar a buses eléctricos. Requiriéndose, igualmente, de la disminución del costo del pasaje mediante un subsidio tarifario con gestión de una política nacional, tal como se ha hecho en países europeos, o en Argentina con el caso de la tarjeta Sube y la generación del sistema Metrobus, que genere verdaderas alternativas la cuales sean realmente realizables y sensatas.

Así mismo, la idea de una nueva estructuración del sistema Metrolínea con aire acondicionado, wifi, y otras comodidades, además de integrado con buses tradicionales y las ciclorutas es necesario; pero también se debe ir pensando en la estructuración, desde ya, de un tren regional (como se hizo en Bogotá con Regiotram) que recorra el norte de la ciudad hasta el Valle de Guatiguara, unido con la construcción de los metrocables del Norte, la Comuna 14 y el Aeropuerto; lo cual podría realmente cambiar el terrible panorama de movilidad que se tiene en el presente y futuro de Bucaramanga. La financiación de esto no es una locura ya que a Colombia ha llegado la Ruta de la Seda de la mano del gobierno chino, quienes pueden proveer las capacidades técnicas y financieras para hacer esto posible, y esto sin que se afecten las finanzas de la ciudad. Todo lo que se haga debe ir en vía de pensar una ciudad para la gente, porque actualmente solo estamos incubando espacios de contaminación, egoísmo y muerte con la movilidad existente.

 

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